29 sept 2011

¿Quien Tiene el Secreto Para un Matrimonio Exitoso?

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Hoy vi un articulo interesante en el USA Today titulado "Some couples pull back from the edge of divorce." No es reconfortante el pensar que la mala economía es a veces lo único que detiene un divorcio, como lo sugiere el articulo.  Pero si lo caro que es un divorcio es una razón (pésima por cierto) para continuar juntos, ciertamente debe haber otras.

De acuerdo a una encuesta de 866 parejas en proceso de divorcio, estos son los factores más comunes por las cuales las parejas se divorcian:

  1. Distancia emocional (55%)
  2. Ya no pueden platicar juntos (52.7%)
  3. El manejo las finanzas por parte del cónyuge (40.3%)
  4. Los problemas personales del cónyuge (36.8%)
  5. No suficiente atención (34.1). Seguido por infidelidad con 34%
Seguramente la mayoría de divorcios son el resultado de una combinación de factores. Sin trivializar la seriedad y la complejidad de las razones de un divorcio, la pregunta queda: ¿es tan difícil superar estos factores? ¿Es el divorcio la mejor opción?

La opinión popular de que el matrimonio es una relación donde cada cónyuge debe hacer de su parte (una propuesta de 50/50) fracasa cuando uno considera lo siguiente: Todos tendemos a juzgar a otros por lo que hacen y a nosotros mismos por nuestros motivos e intenciones. De tal manera exageramos nuestra propia bondad y virtud mientras que minimizamos la de nuestro cónyuge; y con tiempo, nuestros realidad es la siguiente:

"My esposa es imperfecta y ni le importa. Yo tampoco soy perfecto ¡pero por lo menos hago el intento!"

Cuando los dos en la pareja piensan de esa manera, no es de sorprenderse que las parejas se distancian y que el silencio reina. No es de sorprenderse que el dinero se convierte en la arena donde se manifiestan los problemas y que la esposa ahora es la del problema. No es de sorprenderse que no nos damos atención el uno al otro, que la esposa ya no es atractiva y que nos atraen personas ajenas. No es de sorprenderse que el divorcio llega a ser la única alternativa. Claro, a menos que sea demasiado caro. Entonces nos quedamos en la relación hasta que podamos solventar el gasto.

¿Pero que de los hijos?

Como padres tenemos un deber hacia ellos. No nada mas una obligación, sino un deber de amor. Se dice que lo mejor que un hombre puede hacer por sus hijos es amar a su madre. Con amor verdadero.

¿Es posible el amore verdadero? ¡SI! ¿Es siempre fácil? ¡NO! ¿Vale la pena el esfuerzo? ¡Claro que si!

En el articulo de la revista del Ensign (la version en la Liahona, tiene otro articulo del mismo tema con pautas similares pero no es exactamente el mismo) que se titula "El Arrepentimiento y el Perdon en el Matrimonio" Richard Miller menciona los siguientes factores para fortalecer el matrimonio:
  1. Arrepiéntete (pero de que, si yo no soy el del problema)
  2. Discúlpate sinceramente (de qué, si ademas ella es la que se tiene que disculpar, no yo)
  3. Trata de mejorar (¿mejorar? si soy un bien tipo, cumplo con mi llamamiento y con mis obligaciones, voy a la iglesia, soy un buen padre)
  4. Deja tu orgullo (¿cual orgullo? si ya no tengo nada)
  5. Perdona (pues claro, hay mucho que perdonar pero ella tiene que pedir perdón primero)
  6. Olvida la ofensa (¡no tan rápido! Ella necesita arrepentirse primero)
  7. Confía y utiliza la expiación de Jesucristo (???)
Pero ¿cual es el primer paso? Debemos primeramente reconocer que tenemos un problema que vale la pena corregir. Estas pautas no funcionan si no vemos al espejo y admitimos que tenemos un problema, y que en la mayoría de los casos, NOSOTROS somos el problema. Claro, ella también tiene sus problemas. Pero eso es aparte.

Haz todo de tu parte sin esperar que se te corresponda y ve la consecuencia. No se sabe, pero quizás si permites a Cristo otra vez en la relación del matrimonio, resultará que tu esposa te parecerá mas bella que nunca y que es un placer estar en su presencia. Aun cuando ella no haya cambiado absolutamente nada.

Y ultimadamente, quizás ese sea el mejor regalo y la mejor bendición que podamos dar a nuestros hijos.

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